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viernes, 4 de mayo de 2012

Microrrelato: Ediciones Vida


Hola a todos!! Hoy os traigo un microrrelato que presente para un proyecto solidario. Este proyecto, era para recaudar fondos con fines solidarios.  Mi propuesta fue aceptada y se ha publicado en un libro que contiene cerca de 130 relatos de 130 autores diferentes. 
Espero que os guste. 


¿Y ahora qué?
                
A veces pienso que la vida, en definitiva, puede llegar a ser bastante difícil de sobrellevar. Otras, sin embargo, pienso que realmente desearía dejar este mundo pero entonces me reprocho el tirar la toalla tan rápido, sin luchar. Pues como leí una vez en solo dios sabe dónde, “morir es fácil, lo difícil es vivir”.
            Con apenas 30 años no me ha quedado más remedio que echarme a la calle como una adolescente en buscad e su primer trabajo. Si así es. Literalmente. Tengo una hija que es mi pequeño tesoro. Sin embargo, ¿cómo puedo dar un futuro a mi pequeña, cuando ni siquiera yo tengo uno?
            Sin trabajo, sin prestaciones económicas. Sin nada. En la calle al menos, la gente te enseña cosas. Y es que, he llegado a conocer a personas interesantes, por las que merece la pena seguir adelante. Ese tipo de personas que dices “se merecen una oportunidad”.
            Ello ha hecho que reflexione. ¿Realmente mi situación es tan mala? Al menos tengo un techo  bajo el que dormir y cobijar a mi hija, un techo que no me van a quitar. Y como mínimo siempre tengo algo que darle a mi niña para comer. Gracias a la ayuda del comedor de mi barrio. Sin embargo, cuantos hay en la calle sin un techo, sin una prenda de abrigo. Sin nada. Y antes esto se veía lejano. Como si no fuera real o no fuera con nosotros. Hoy día, es gente de a pie, gente de tu comunidad autónoma, de tu provincia, de tu ciudad, de tu barrio… Tus vecinos. No hace falta ver anuncios en la Tv para ver pobreza solo hay que asomar la cabeza por la ventana.
            Siendo así  y siendo mi trabajo el de escribir, sí, soy periodista, decidí hacer algo por ello. Como dije en la calle he conocido a muchas personas. Buenas personas. Las he reunido en el comedor local. Y una vez allí, les he propuesto algo. Crear a través de nuestra ciudad una red de información boca a boca. Como si todos hiciéramos el papel de emisarios. Como antaño. Eso aunque pareciera poco, les daría un motivo por el que levantarse cada día. Pero además mi propuesta no acababa ahí. Decidí que con esa red de informaciones que íbamos a montar podríamos escribir un libro. Un libro donde se cuenten las cosas verdaderamente importantes. Cosas de la vida. Todos estaban entusiasmados. Por fin se veían útiles para la sociedad. ¿Tan difícil era hacerles sentir importantes? Está bien, aun no tienen un techo o dinero pero por algo se empieza. 
            Tras hacer una repartición por zonas de la ciudad, todos nos encaminamos a hacer nuestro trabajo. Nos reuníamos cada noche en una de las habitaciones que el grupo voluntario del comedor local nos dejaba y comentábamos lo que habíamos visto y oído. Días que había temas en los que se echaba a una familia de su hogar, el fallecimiento de algún conocido por el intenso frio del invierno en las calles, y otros días había temas como que alguien había encontrado un pequeño trabajo o que no sé quién iba a ser mama y/o papa. Yo hacía nota mental de todas las conversaciones de mis nuevos amigos, de sus emociones, de sus gestos. Y siempre cuando me quedaba sola con mi niña arrullada junto a mí, escribía en un blog todas y cada una de las sensaciones percibidas esa noche.
            Así fueron pasando los días, las semanas,…y los meses. El grupo se fue reduciendo quedando solo 5 personas de las 17 que comenzamos el proyecto.  Tres de ellos habían fallecido por su edad o salud. El resto, sencillamente se aburrió. Y yo los entendía.
            Pero una noche, mientras comentaba las últimas experiencias vividas en mi blog, salto la señal de que alguien había escrito en el chat que puse cuando inicie este viaje. Nadie había escrito jamás. Curiosa mire la ventanita del chat.
Haces una gran labor, y me gustaría ayudar a que al menos estas personas fueran felices.”
            Y tras ese mensaje un nombre y un numero de contacto.  Juan Carlos Fernández Arias. 801-678901
            Prometo que me quede al menos 3 o 4 minutos enteros mirando la pantalla, sin moverme, sin apenas parpadear. Cuando reaccione, fui corriendo a por mi teléfono. Al primer toque me contesto la voz de un hombre maduro. Una voz grave y muy formal. Tras presentarme, el llevo todo el peso de la conversación. Era al parecer el dueño de una editorial ubicada en nuestra provincia. Y estaba interesado en llevar todo lo que había escrito hasta ahora en mi blog a un libro que se pondría en venta y cuya recaudación seria íntegramente para los participantes en mi red de información. No supe cómo dar las gracias a este señor. Y tras unas torpes palabras mías, nos citamos al día siguiente precisamente en el comedor donde me reunía cada noche.
            Esa noche no pude dormir. Y durante el día parecía un polluelo recién salido del huevo. Temblaba de alegría. Avise a mis amigos de la calle, amigos que ya habían pasado a ser casi familia. Y esperamos la llegada de Juan Carlos. Algunos de mis amigos eran escépticos, y decían que nadie hacia cosas así de forma altruista. Sin embargo….
            Hoy han pasado 2 años, sigo escribiendo en mi blog y ese libro se publicó llegando a están en los libros más vendidos del país y Latinoamérica. Hoy hace 2 años justamente que recibí ese mensaje en el chat. Y hoy hace 2 años que conocí a Juan Carlos. Mi marido ahora. Un hombre que estaba atormentado por la situación económica-social de su país. Un hombre que ha dado trabajo a esos “amigos de la calle” que tanto llegue a querer. Y un hombre que ha sido capaz de mostrarme que si se pueden llegar a hacer cosas buenas de forma altruista. Que aun hay esperanzas. No solo tenemos que luchar por conseguir nuestros sueños. Si no que además…tenemos que ayudar para ser ayudados.
            Nosotros hemos conseguido nuestro propósito, demostrarle a la sociedad que somos útiles, que somos personas igual que otras. Y que valemos y mucho.
            Hoy en día esa Red de Información que empezó simplemente como pasatiempo se ha convertido, verdaderamente en un grupo de personas que buscan casos que necesiten de una mano. O de dos. Historias que merezcan ser contadas. Personas que necesiten ser ayudadas. Somos una editorial con un objetivo. Dar la mano a todo aquel que lo necesite y este dentro de nuestras posibilidades ayudarlo.
            Gracias a todos los que nos seguís. Pero sobre todo gracias a mis amigos de la calle. Esos que hicieron por mi más que cualquier “amigos” que tuviera antes. Porque ellos me enseñaron lo que es vivir. Ellos han sido mis maestros de la vida y gracias a ellos hoy mi hija, como los hijos de ellos, tiene un futuro.
            Gracias y un abrazo.

Adjunta de Dirección de Ediciones Vida
Lucia Sánchez

(Cualquier parecido a la realidad es puramente coincidencia)



Atte. Emary


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